Por Estela Mara Erbity

La continuidad de la actividad económica y productiva depende de condiciones externas y en particular de las climáticas. Más de 1,2 millones de hectáreas fueron en el 2022/23 afectadas por el fuego y más de 160 millones por la sequía, a lo que se suman olas de calor e inundaciones sin precedentes. Estos son los temas ambientales globales que también enfrenta Argentina y otros países limítrofes.

Por eso, es tan importante difundir el valor de la sustentabilidad en los negocios para intentar que más empresas se sumen al cambio con acciones directas e indirectas que disminuyan drásticamente y mitiguen esos efectos. El concepto de la sustentabilidad y sus dimensiones: ambiental, social y económica aparece en la agenda global en 1987 con la publicación del Informe Brundtland de Naciones Unidas realizado por la Comisión que lleva el nombre de la ministra noruega que lideraba los trabajos. Este informe advertía del impacto medioambiental negativo del desarrollo

económico y la globalización.

La pregunta que hoy nos hacemos es: ¿cómo satisfacer nuestras necesidades sin poner en riesgo los recursos que demandarán las generaciones venideras?

En el futuro de Argentina, hay grandes oportunidades y desafíos para las Empresas Pymes que decidan iniciar su camino en la gestión de la sustentabilidad. Tomar medidas planificadas y graduales de mediano plazo impactan de manera

favorable tanto en los productos como en la imagen de la marca. El inicio y la gestión de la sustentabilidad en una organización no tiene vuelta atrás. Impulsa todos los eslabones de la cadena productiva a alcanzar un mayor nivel y compromiso con la gestión eficiente de los recursos, los estandares de calidad, trazabilidad y buenas prácticas.

La necesidad de marcar una estrategia de sustentabilidad de mediano y largo plazo, integrada al plan de negocios y a la estructura de costos determina el valor futuro que queremos darle a nuestra empresa, valorizando su propósito y la manera distintiva de hacer el trabajo. Los mayores desafíos relevados a la hora de implementar acciones de sustentabilidad estarían vinculados a ajustar los gastos iniciales para sostener los retornos financieros de la inversión a largo plazo. De allí, la importancia de planificar cada Proyecto.

Por otro lado, hay evidencia comprobada de los cambios crecientes en las preferencias de los consumidores y en las posibilidades de generar negocios y ahorro a partir del reciclado y el reuso de residuos o el uso de materiales innovadores como fibras vegetales o féculas para el diseño del packaging, por ejemplo.

Los estudios “Consumer Trends”, revelan que el 62% de la generación z se inclina en la actualidad por la compra de marcas sostenibles. La mirada consciente y responsable del consumo abarca la trazabilidad de los productos, la no crueldad animal y los procesos productivos basado en una ética de igualdad y respeto al empleo. Estas tendencias se ponen de manifiesto en acciones concretas en empresas que ya han adoptado estas prácticas y, en nuevos negocios y prácticas para pymes que quieran aumentar el valor de sus negocios.

Las empresas que no han nacido con criterios de sustentabilidad debieran tener más acceso a las experiencias en curso para adecuar sus acciones y procesos industriales al paradigma productivo no tradicional, midiendo impacto e incorporando prácticas de reciclado, reuso, reparación y regeneración de materiales y hábitat (las 9 R de la Economía Circular) en los procesos productivos.

Son pocas todavía en Latinoamérica y en relación con Europa las empresas que se encuentran trabajando en medir huella directa, eficiencia energética, uso racional del agua, o implementando la certificación LEED en los distintos rubros de construcciones.

Actualmente, las empresas argentinas que trabajan con triple impacto ambiental, social y económico, denominadas Empresas B, son aproximadamente 350 y, se encuentran localizadas en distintos puntos del país. Menos del 1% corresponden a empresas industriales. Del análisis del padrón oficial de certificadas B surge que, su número, es creciente y, en su mayoría, son empresas de servicios y consultoras no incluidas en el clasificador internacional de actividades productivas (CIIU) que siguen Naciones Unidas, la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) entre otros.

En el año 2023, las pymes nacionales registradas ascendían a un número de 528.847 (datos Comunidad Bice, https://www.comunidadbice.com.ar). De ese universo, si tomamos la totalidad de empresas que trabajan con triple impacto (certificación B) las mismas son menos del 1%: (0,00069%), datos Sistema B, https://www.sistemab.org).

¿Cómo podríamos impactar sobre más Pymes para que conozcan los beneficios que les traería la sustentabilidad a sus organizaciones, al medio ambiente y a la comunidad en la que están emplazadas? teniendo en cuenta que, son el sector que da oportunidades de empleo, aportan innovación y flexibilidad con una alta pertenencia territorial.

Espacios como esta columna para la difusión de conocimientos y metodologías de trabajo en el territorio pueden ayudar a difundir información, intercambiar experiencias e implementar acciones concretas, posibles, medibles y alcanzables adaptables a cada tipo de organización.