2 JUL. 2025
Por Ariel Chanmson
Mientras las grandes plataformas automatizan el mundo a puro algoritmo, en Argentina siguen naciendo pymes que hacen magia con creatividad, intuición y pocas herramientas. No tienen rondas de inversión, ni managers de producto, ni data scientists. Tienen que vender para sobrevivir. Y aún así, muchas logran destacarse.
¿Cómo compite una pyme en este contexto?
La IA no reemplaza lo humano, lo potencia.
Estamos en un momento histórico: la inteligencia artificial democratiza el acceso a lo que antes solo podían hacer las grandes marcas. Hoy, cualquier pyme puede crear contenido que parece de Nike o Zara. Con buena dirección, herramientas correctas y un poco de criterio, podés tener imágenes, textos, anuncios y atención al cliente de primer nivel con una fracción del presupuesto.
En mi empresa Mini –la primera empresa de servicios low cost de habla hispana impulsada 100% por IA– hacemos fotos realistas para marcas de moda. Pero no tiramos prompts al azar.
Elegimos el estilo, el fondo, el ángulo, el enfoque emocional. Pensamos si ese look tiene sentido para una marca de bikinis o para una de camperas. El diferencial no está en usar IA: está en usarla bien.
Algunos consejos simples (y aplicables):
Podés tener un bot, sí. Pero que no suene a call center. Un simple “¡Hola! Te leo en un minuto mientras termino de responder otro mensaje 🙌” ya genera otra energía.
No hace falta un feed perfecto. Mostrá cómo embalás un pedido, cómo probás un producto nuevo, cómo resolvés un reclamo. Eso conecta más que cualquier filtro.
Automatizá lo repetitivo (cotizaciones, respuestas básicas), pero cuando alguien está por decidir una compra, tiene que sentir que hay una persona real detrás.
No necesitás millones en Ads. Con $10.000 por día bien usados podés traer resultados. Lo importante es saber qué decir, a quién, y cómo.
Un buen comentario vale más que cualquier flyer. No lo pidas seco. Probá con: “¿Te gustó la atención? Me ayudás un montón si lo contás acá.
Automatizar está bien. Optimizar, también. Pero nada reemplaza al oficio de emprender. La constancia. El aprendizaje. El ajuste mes a mes. El no soltar.
No estamos en igualdad de condiciones con los grandes. Pero tampoco estamos condenados. Todo lo contrario.
¿Y ahora?
La IA niveló el juego. Hoy cualquiera con visión y ejecución puede parecer grande. El que se mueve rápido, se destaca. La diferencia no la hace el presupuesto. La hace la claridad, la intención y la consistencia.
Y aunque el contexto ayude o no, hay algo que sigue siendo cierto: Las pymes sostenemos el país. Y lo empujamos hacia adelante todos los días.